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domingo, 27 de noviembre de 2016

Capitulo 1:


Lunes 8:15 a.m. -Empezando el día-
Las gotas comenzaron a resbalar sobre sus hombros.Pasaban por su pecho. Recorrían sus piernas y llegaban a los pies empapandolos por completo.El tic-tac de su muñeca pronto comenzó a impacientar a su conciencia,mas él quería estar bajo el calor del agua un ratito más.
Lo hacía sentirse en calma. Era como si el agua fuese capaz de arrastrar los fragmentos de la noche anterior que parecían haberse gravados a fuego en su retina.
El sabor del calor del agua lo trasladaba al aquí y al ahora de ese cuarto de baño. Conseguía reducir el espacio al presente de esas gotas mojando su piel.
Recuerdos y mas recuerdos venían en forma de diapositivas a él. Diapositivas borrosas,manchadas con muchas luces,música muy alta y un sabor extraño de aquellos labios. 
Tras enjaguar los recuerdos y el jabón de su cuerpo con mucha agua,decidió hacerle caso a las agujas de ese reloj impaciente. Le dijo así adiós a la calma y al agua.


El pie derecho fue el primero en sentirlo. El tic-tac dejaba paso al frío para que ahora fuera este el depredador. Todo su cuerpo respondió de inmediato con una punzante piel de gallina,acompañada con un rápido escalofrío.No dejó ninguna porción de su ser por recorrer.Se refugió entonces en la toalla con la esperanza insensata de poder calmar su piel.Pero apenas encontró consuelo.Sentía demasiado frío.Fue entonces cuando instintivamente miró a la ventana y se dio cuenta de que esta estaba abierta.

Maldijo a la nada por lo bajo. 
Patrick lo había vuelto a hacer.
Se apresuro a cerrarla,pero en su camino,algo en él intento encontrar su reflejo de forma inconsciente. Su chasco llegó cuando en aquel enorme espejo oxidado solo encontró un rostro vacío. Un rostro que por un instante parecía no tener ni nombre ni edad. 
"Fuera de lugar"
Así se sintió en décimas de segundo. Una sensación que consiguió absorberlo del todo. Tanto, que mas tarde,sería incapaz de calcular cuanto tiempo se había quedado mirando aquel absurdo reflejo.
Agitó la cabeza de lado a lado, como si con eso consiguiese sacudir aquella extraña sensación de su cuerpo.Respiro hondo, y un nuevo escalofrío lo abordó, recordandole lo que en un principio se disponía a hacer.
Prácticamente se sentía ya seco,por lo que se ató la toalla a la cintura y abrió aun mas la ventana, para que todo aquella humedad ,que el ambiente recogía, se esfumase.
-

Abrió la puerta lentamente,como si le diese miedo lo que pudiese encontrar detrás de esta. Con el ceño fruncido,negó con la cabeza al ver aquel panorama una vez más. No conseguía recordar en que momento había llegado toda aquella ropa a encima de su cama. Por desgracia para él no era solo en su cama:el caos sonaba como banda sonora por todo su cuarto.
No se veía con la paciencia suficiente como para ponerle orden aquel escenario,decidiendo,un vez más, que aquello sería el trabajo perfecto para el día siguiente.
Eso era lo mejor que veía de aquella situación. La grandiosa ausencia de esa "melodiosa" voz de su madre sonando por los pasillos a modo de alarma,para recordarle una vez más, lo que él ya sabía desde hacía cuatro día. Bueno....cinco contando el de hoy.
Se desató con calma la toalla y la posó en la cama.El frío le parecía irrelevante comparado con aquel campo de batalla.Su mente comenzó a excusarse repasando todo el frenesis de esa semana.Más casi ni podía andar. De nuevo recorrió con la mirada la diminuta habitación y,se juro en alto que aquello estaría limpio mañana...

[...]





Waisy.

martes, 15 de noviembre de 2016

Y como no? Me faltaba tu habitual llamada de domingo Waisy

Algo en ella no iba bien. Sentía una fuerte presión en el pecho que terminaba,de forma extraña,en un
escalofrío por todo su cuerpo. Era algo que él tenía. Aún no había conseguido averiguar el que,pero sentía que estaba cerca. Para mi simulaba ser el medico que está a la búsqueda de la enfermedad que causaba todos esos inexplicables síntomas.

Ella sabía que la mezcla de alcohol y besos baratos nunca fue buena. Lo sabía muy bien. Se había prometido no caer en aquella combinación tan explosiva. Pero esto era diferente,o eso aseguraba ella. La noche y las luces dejaban de ser su vehículo de escape,para convertirse ahora en el motor que apaciguaría aquel extraño sentimiento sin nombre.
No era la solución. Lo sabía,y me lo juraba al final de todas sus frases. Me lo rebatía de forma constante con la pregunta de. "y por qué me siento entonces tan viva?"·
La piel se le erizaba y sus manos solo buscaban el cuello de aquel individuo.
Algo instintivo,decía. Algo impulsivo. Así es como lo denominaba. Pude apreciar que,cada vez que aquel recuerdo volvía a ella intentaba reprimir el escalofrío que le seguía detrás.
Quería eliminarlo. Recuperar la cordura de nuevo. Dejar que sus manos dejaran de sentir por cuatro y restablecer su ritmo respiratorio habitual.
Por otra parte no podía evitar dejarse llevar por aquel caluroso escalofrío que la envolvía cada vez que aquellos besos mal dados hacían presión en su cabeza. Admitía que la sensación le gustaba.
Me había confesado semanas atrás que su corazón había dejado de tener opinión en todo aquello. El que le imponía respeto realmente era la lógica de sus conclusiones.Por una vez quería ignorarla,quería olvidar su existencia.
Yo la creía. Su historial reincidente me decía lo contrarío  pero, por vez primera la creí. Yo sabía que esta vez no sería lo mismo. O por lo menos no para ella. Lo cual aún me daba mas miedo. Su frenesí interior no parecía tener límites. Había estado demasiado tiempo dormida y,ahora, parecía haberse despertado de un sobresalto.
Temía por ella. Pero bueno,sabéis que mi condición natural es ser preventiva,y sobre todo con ella.

No paraba de explicarme, como si de una tesis se tratase,que sus besos era puro vicio,que ahí era donde residía el problema. Que aquel escalofrío,como le gustaba llamarlo, no conseguía desaparecer e,incluso, aumentaba con el contacto de aquellas dichosas manos con su cadera.
Me decía que simplemente estaba intentando hallar la forma de apaciguar aquella sensación. 
Yo sabía que no tenía nombre porque se le escapaba a su entendimiento. Sin mí no sería capaz de encontrar esa pieza que andaba buscando.


Al otro lado del teléfono todo aquello sonaba a palabras de quinceañera la verdad. Sin embargo,esta vez la acabaría apoyando y,quizás hasta dándole la razón,guiándome por su propio pretexto de :"la vida es demasiado corta".
Lo último que me confesó,antes de colgar,fue que ella misma había encendido un fuego del que no estaba segura de poder apagar. 
En parte aquello me tranquilizó. Ahora hablaba de fuego y no de hálitos de mariposas.

Fuera como fuese el cómo acabó esa dichosa tesis suya,esta vez no tendría nada que recriminarle,ni siquiera nada que perdonarle. Yo,más que nadie tenía claro quien era aquella chica del otro lado del teléfono,y cual su historial,por lo que quizás sí se mereciera todos aquellos interminables escalofríos.




Waisy.